Este siglo fue revolucionario para las pestañas. El siglo XX empezó con dos innovaciones: una nueva máscara, mejorada por Maybelline y las novedosas pestañas artificiales.

MAYBELLINE

Al comenzar el siglo, en 1900, en los EEUU, las mujeres aún utilizaban productos domésticos para oscurecer sus pestañas.

Mabel Williams estaba en la cocina de su casa, una noche de 1915, en Chicago, aplicando un ungüento a sus ojos para darles brillo y oscurecer sus pestañas, con un corcho quemado untado en vaselina. Era un truco que había aprendido del Photoplay Magazine. Esto fue precisamente lo que inspiró a su hermano, Tom Lyle, a hacer una secuencia industrial de esta preparación y ofrecerla al mercado cosmético. Tom Lyle, de 19 años, trabajaba en una compañía de pedidos por correo, y pensó que podría ser un buen producto para ofrecer en sus catálogos. Al principio, con ayuda de un kit de química, hizo una mezcla de vaselina, carbón, aceite de semillas de algodón y aceite de azafrán, pero no funcionó bien.

Tratando de mejorar la fórmula, pidió la asistencia técnica de un importante manufacturador de drogas, Park Davis. El producto final obtenido en el laboratorio fue una crema basada en petróleo blanco refinado con varios aceites seleccionados para dar brillo a las pestañas y a las cejas. Todavía no tenía un agente colorante. El producto se promocionó "para dar brillo a los ojos y estimular el crecimiento de pestañas". En esa época la gente creía que la vaselina y la lanolina ayudaban al crecimiento capilar. El nombre para la marca fue "Lash-Brow-Ine", y en 1917 fue ofrecido a través de su catálogo de pedidos por correo, en dos tamaños: de 50 ctvos. y 1 dólar, por "Maybell Laboratories". Con una inversión de su hermano Noel comenzó una fuerte promoción en diarios y revistas.

En 1920, Tom Lyle Williams tuvo que cambiar el nombre del producto, porque Benjamin Ansehl, dueño de la marca "Lash-Brown Laboratories" presentó una demanda judicial. (Continúa>)